30 de agosto de 2007

LA PLANTA ESA

Si la enredadera ha tomado el muro, se ha ubicado en la fachada, se reconforta en la sombra que le aporta el alero, intimida y asedia las ventanas; entonces, a pesar de su belleza encontrada, me es preciso eliminarla. Esto es una metáfora, claro, porque me gusta ver las enredaderas disimulando lo que envuelven, cincelando las formas a su antojo. Me gusta que la naturaleza juegue con las cosas.
Si cambio enredadera por el término belleza y la dejo que campe a sus anchas, la cosa me asusta un poco, porque lo bello debe estar encuadernado por las tapas duras o blandas del principio y el fin, la vida y la muerte. Todo es bello en tanto que su tendencia es finita. Un atardecer, el silencio, la visión de un trozo del paisaje, el olor de los primeros golpes de lluvia sobre el asfalto. Si la belleza nos acuciase como una enredadera, dejaríamos de pensarla en positivo. Nada mas pasteloso.
Si en vez de belleza el cambio es por humanos y aplico en ello todas las virtudes y calamidades que puede tener la planta, la pregunta es cómo elimino, el término, en caso de abusos y desmanes. Y la verdad es que la cosa es ya muy enredadera. Como me dijo el nuevo director de sucursal, una vez que me emplazó a visitarle a su despacho porque llevaba un mes con un descubierto de unas doce mil pesetas -Todos los viernes sale una hoja por esa impresora recordando el listado de todos los morosos, y tu nombre, por desgracia, es uno de ellos y uno acaba cansándose...-.

17 de agosto de 2007

Es curioso que cuando enumero las razones por las que me veo empujado a emprender este Blog, la más equidistante al motivo, pero certera en cuanto a intenciones, es la de distanciarme. No sé de qué, ni por qué, pero es así. Dicho esto, puede parecer pretencioso pero tan sólo deseo que, al mandar al espacio esta especie de satélite de la palabra, se sitúe en la órbita adecuada, a ser posible lo más lejos de la estupidez humana, es decir, de sus usos y costumbres. Quizás esa órbita se encuentre en ese bar imposible, en el que por alguna razón, los pocos que lo frecuentan son capaces de pedir un Bloody Mary una mañana de esas que prefieres que te coma el mundo, mientras suena de fondo cualquier pieza de jazz de los sesenta o la meticulosa intencionalidad de un blues o el danzón de un ritmo perdido sin intención alguna. En fin, ese lugar donde miras a los ojos y reconoces a los tuyos. Donde a veces todo es perfecto y simple. Larga vida a Blogdimery.

10 de agosto de 2007

Tersa y suave rezaba la parte trasera de la lija. Y por delante, de una aspereza inaudita, decía 'Especial para lijar barcos de vapor'.