21 de mayo de 2008

Socialista


La capacidad transgresora de un concepto por el que, cuando menos, han dado muchos su vida, hoy puede ser el absurdo nombre de un local a la moda en una de las ciudades más disparatadas (Socialista en Nueva York). Es así como los conceptos cambian de mano y de lugar cosmográfico para calzar mesas con dudosa gracia. Así, del Libro Rojo de Mao, paralelo al contubernio iconográfico de Franco en cuanto a insensateces, podremos decir que ha perdido todo sentido cuando empieza por dar nombre a guarderías o acaba por ser como se denomina a cierta filigrana futbolística en el dominio del balón.

Es muy posible que cuando pasan estás cosas, el historiador-forense puede dar por terminada una etapa, un periodo, un concepto, un modo de vida, como la Ilustración Francesa (con los años, un caballo poco dado a ganar premios hípicos pues llevaba demasiado peso sobre sus espaldas; pero como semental dio origen a dos yeguas que hicieron ganar mucho dinero a un ocioso sultán). Si es así, bienvenidas sean mis siempre pocas ganas de luchar ante/contra el absurdo. Las cosas se van comiendo unas a otras, y como dice el bueno de Federico Luppi en la gran película Lugares Comunes (2002 - Adolfo Aristarain) todo queda en mera chapita, en un pim, en un graffiti. Así que solo queda esperar que le pongan cuanto antes el nombre de Socialdemocracia a una pizzería sin que distorsione, claro; aunque miedo da saber qué concepto del demonio lo podría estar solapando.

¡Pero en qué estás pensando, hombre, que ya te han hecho dos libros de Mao en diez minutos!, le gritan al defensa desde la grada.

12 de mayo de 2008

LUCES 3


Señora de nariz mestiza marca de la casa me dice. Como las frecuencias de un semáforo ha de cambiar de mano para sujetarse la cabeza que se le cae como a un muñeco de trapo. De manos pequeñas con aros de plata, la izquierda sujeta por detrás de la oreja y la derecha se va a la frente como en un espasmo de que se le ha olvidado algo. En medio de la conversación de la que sólo deseo que no me pregunte, pues no entiendo casi nada, come como puede un pastel merengue de un rosa de juguete y a veces me muestra la coronilla pues ha de ayudarse con las dos manos, y es como si la marioneta me pidiese aplausos. Pero eso no es todo, de camino a casa, me dice, ya sabrán que he estado hablando con un señor a quien no conozco de nada; y se va dejando a deber y el rastro de una mano trabajada y llena de sortijas.
A eso de las tres de la tarde bien pasadas, en el café Brasil otra señora, muy cerca por arriba, totalmente encogida toma como puede la sopa del día en un rincón muy mal iluminado. Sola como el último animal de su estirpe, de vez en cuando interrumpe el paso del camarero principal para hacer un comentario. Son los últimos efectos de que aún pinta algo, hasta donde se llegue. El señor le da conversación con cierto afecto, pues deben ser muchas las sopas acumuladas, pero no sabe que tras darle la espalda, en un gesto rápido y sonante, la anciana escupe hacia un lado.
La rampa que es la avenida Dom Carlos I, en su tramo final está coronada por una arboleda de hoja perenne a ambos lados. Pero al regresar, la he encontrado floreada de un color malva que según le da la luz parece un fular de cuplé o la perfecta puesta en escena para un magno funeral de regicidio. El color plata de las vías en desuso del eléctrico penetra como dos puñales en su densa sombra sin rastros de sangre. Si te dejas motear por los escasos haces de luz que tocan el suelo llegarás al café República, y en su terraza te he de esperar para empezar la conversación.
Hoy es primavera y este poema titulado [No: despacio] de Álvaro de Campos parece que proyecta también su propia luz, así que aquí lo dejo.
No: despacio.
Despacio, porque no sé a dónde quiero ir.
Hay entre mí y mis pasos una divergencia instintiva.
Hay entre quien soy y estoy una diferencia de verbo
que corresponde a la realidad.

Despacio...
Sí, despacio...
Quiero pensar en lo que quiere decir este despacio...
Tal vez el mundo exterior tenga demasiada prisa.
Tal vez el alma vulgar quiera llegar más pronto.
Tal vez la impresión de los momentos esté muy próxima...

Tal vez todo eso...
Pero lo que me preocupa es esta palabra: despacio...
¿Qué es lo que tiene que ser despacio?
A lo mejor, el universo...
Dios manda que la verdad se diga.
Pero eso, ¿alguien se lo ha oído a Dios?