30 de octubre de 2008

PARACAIDISTA PARTICULAR

en esa mirada que desdobla
en finas catas el amor,
allí fui a donar nervio y
coordenadas donde hacer pie;

en el pormenor de sentirme nada,
en esa perpendicular del aire,
dejé ser lo que tú querías,
y me vine abajo en derredor;

descenso apaciguado y tenso,
tardes visionando valles,
momentos difíciles de desiertos,
me guarecí de ningún lamento,
pues si soy de caer maltrecho,
me levanto raudo
y admito,
que con llegar a tu hambre
es suficiente;

porque un día fui
paracaidista
en tu solaz conciencia de barbecho
mientras se tramaban,
en mi caída,
noches lujuriosas
de nulo viento.

(Escóbados, 26 Sep 08)

16 de octubre de 2008

Maldita la muerte de a diario

Cuando Frank Bigelow [Con las horas contadas (D.O.A.)] sale corriendo del hospital porque le acaban de decir que está más muerto que vivo ¿hacia donde va?. En esa impresionante carrera filmada en 1950, quizás desde la plataforma de una camioneta en un día de labor, donde nadie se percata que se está rodando; queda plasmada el acto reflejo de una huida de la muerte en una secuencia irrepetible ¿por qué corre?. Es una carrera intensa, convincente, e invita a salir corriendo con él de la película, de la realidad que le acosa, huir de lo finito. Hermann Broch dijo unos años antes, en 1933, que ‘es preciso distinguir entre la superación de la muerte y la huida de la muerte, entre la iluminación de lo irracional y la huida ante lo irracional’. Quizás el bueno de Frank tenga superada la muerte pero la huye, por irracional, por el modo en que le acude. Le han envenenado y tiene las horas contadas.

Si estando perfectamente, la muerte nos viniera con previo aviso, por ejemplo en un telegrama ¿no tendríamos la misma inclinación por salir corriendo, aún a pesar de saberla implacable? Entonces por qué corremos si no nos ha llegado el telegrama. El otro día, agradeciendo el sosiego que me había aportado un amigo al alojarme en su casa por unos días, observé que tenía un poemario de Antonio Machado; en él, sabía que venía el poema ‘Consejos’, poema que hace tiempo puso en mis manos otra buena amiga, un gran regalo. Así que me vino muy bien para marcarle la hoja y señalar que en esos versos anidaban el concepto del sosiego como nada, y ahora lo rescato también como receta para esperar al de correos con su maldito telegrama, por si acaso:

CONSEJOS (A. Machado)

Sabe esperar, aguarda que la marea fluya,
así en la costa un barco sin que el partir le inquiete.
Todo el que aguarda sabe que la victoria es suya;
porque la vida es larga, y el arte es un juguete.
Y si la vida es corta y no llega la mar a tu galera,
aguarda sin partir y siempre espera,
que el arte es largo y además no importa.

[Con las horas contadas (D.O.A.) – Rudulph Maté • 1950 – excelente película aportada por Anacrónico Forense] Un fuerte abrazo para Teresa C. e Iñaki C.