en esa mirada que desdobla
en finas catas el amor,
allí fui a donar nervio y
coordenadas donde hacer pie;
en el pormenor de sentirme nada,
en esa perpendicular del aire,
dejé ser lo que tú querías,
y me vine abajo en derredor;
descenso apaciguado y tenso,
tardes visionando valles,
momentos difíciles de desiertos,
me guarecí de ningún lamento,
pues si soy de caer maltrecho,
me levanto raudo
y admito,
que con llegar a tu hambre
es suficiente;
porque un día fui
paracaidista
en tu solaz conciencia de barbecho
mientras se tramaban,
en mi caída,
noches lujuriosas
de nulo viento.
(Escóbados, 26 Sep 08)
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