30 de junio de 2008

Penumbra



Estando en una sala de la Hemeroteca Municipal me doy cuenta que cuanto más acentuada es la fuga y más allá se expande el artesonado, más me recuerda todo al cuadro del Maestro. Es oscuridad y por eso estoy algo limitado, pero podría ser una postal. Así que voy a penetrarlo y ubicarme donde de ningún modo pueda estorbar. Me siento cuanto antes como en la espera de una barbería sobre un baúl encerado, al fondo, en un costado. Solo quiero estar en la penumbra con el calor mezclado con el tremendo olor a linaza. Casi no alcanzo a ver al mastín, pero sí puedo observar cómo levanta intermitente el rabo tres dedos y lo deja caer como un juguete de cuerda con el muelle estropeado. Ahora que me he hecho a la luz me detengo en esa cruz de Clavijo que recuerdo, de niño, sobre un estandarte. La veo ir y venir en los vuelos de la franela impoluta que el Maestro lleva como guardapolvo. Luego solo yo le oigo decir en el intervalo de la acción de agacharse para dejar un pincel en un frasco, es un divertimento, y como tal quiero que se asuma. Hay un taburete con cuatro velas que iluminan nerviosas un vasto espectro de óleos esparcidos por una tabla; pero la luz que lo abastece todo proviene de un ventanal que está a la izquierda. Y es cuando está poniendo un poco de orden a unas chorreras sobre el lienzo que dice bien alto, esto ya lo he vivido. Todos siguen como que han oído nada.

2 comentarios:

anacrónico forense dijo...

¿Cuántas veces se siente uno más objeto o miembro de ese cuadro que pintor, en la estancia callada y olorosa, querido escapista?

También me pregunto cómo habrán de sentirse los ecos entre las cuerdas vocales/carnales/ultraterrenales de ese "arquimista" llamado Tom Waits. ¿Vivirán así, como en su Penumbra?

EL AVENTURERO dijo...

con la luz entrando por una ventana de la izquierda, como en los cuadros de Wermeer,

como van las cosas por el estuario del tejo?