26 de noviembre de 2008
obra en el blog
Me decís algunas/os que no habéis llegado a ver (fijado) en los cuadros que están al final de la página (abajo del todo), cosa que hago cada vez que cuelgo algo mío, o sea casi todas las veces. Por eso, esta vez he hecho un montaje con los últimos y aquí os los traigo. En fin, son lo que son, pedazos o retales de ese magma en el que me he convertido. Visiones y ensoñaciones a través de la luz y las formas, que a mí me tranquilizan y me envuelven. Procuro que sean pequeños poemas visuales, muchas veces traídos desde lo breve, lo fugaz y lo casual a modo de improntas; otras no tanto y están más elaboradas. Espero que os gusten o al menos, no me mal-digáis.
10 de noviembre de 2008
Reencuentro [ La Lonca ]
Quizás estemos hartos de que asiduamente nos bombardeen con noticias desagradables: conflictos, guerras, crisis, etc., por eso es por lo que trato de ofrecer esta pequeña pincelada cariñosa y llena de esperanza.
El otro día me encontré con un amigo del que hacía tiempo no sabía nada de su vida. Habitualmente es una persona risueña pero ese día tenía una sonrisa burlesca, contradictoria, un poco medida, como aquél que esconde algo bueno pero que por prudencia no quiere explayarlo. Cortésmente pero con curiosidad le pregunté que qué le pasaba, pues le notaba más contento que de costumbre. Fue como abrir un frasco de esencia, estaba pletórico, henchido y rebosaba felicidad; vamos, se sentía totalmente satisfecho: ¡Por fin! Después de cuarenta y dos años, había estado con su hija.
Se veía entonces que el reencuentro le había dejado relajado, dicharachero y muy natural. Pasó a contarme todos los pormenores del hecho y me ratificó que no teniendo nada que perder, ese espacio de tiempo que pasó con su hija le supo a gloria, disfrutando como ‘un enano’, según me dice, y aún cuando el asunto, ponderó, se hizo en presencia de su madre y en lugar público.
Al parecer, cuando la hija cumplió los 18 años se negó a mantener un encuentro con él, quedando este espacio vital de su vida cerrado con muchos candados, por lo que pensó que aunque la vida no se pudiera borrar, esperaba que algún día, aunque sólo fuera por curiosidad, estos se fueran abriendo o rompiéndose.
¡Pues hoy se ha abierto, o roto, el primero de ellos!, me compartía ufano y muy, muy orgulloso. Con qué poco nos conformamos cuando es cariño el que se desprende de nuestro alcance.
Os cuento este pequeño reencuentro porque, en mi humilde opinión, la esperanza está a la vuelta de la esquina y porque por muy grandes que sean los muros, trabas o impedimentos se derrumban con paciencia, bondad y humanidad.
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