20 de febrero de 2009

Desde la rampa [3]


Qué contentos nos pusimos todos cuando nos anunciaron que íbamos a despegar de verdad. Se ve que el proyecto de simulacro está necesitado de financiación, por lo que nos habían cedido para unos ensayos de puesta a punto en esos paseos turísticos para ricachones a la estratosfera. El día señalado, creo recordar, fue un jueves porque es cuando mi amigo me manda un SMS con los números de la primitiva. Así que por fin salimos de aquel hangar pero llevando encima toda la mandanga de los trajes espaciales y todo eso. La lanzadera no estaba muy lejos y después de las fotos oficiales donde no sé por qué nunca salgo, estábamos cada uno en su puesto con el cometido de hacer de pasajeros siderales; lo que no estaba nada mal después de tantos días de mirar por una ventanilla y ver un cosmos de plató mas falso que los billetes de Mortadelo. Por fin íbamos a ser astronautas de verdad. Tengo que reconocer que cerré los ojos entre el estruendo y los primeros treinta kilómetros, cosa de segundos, pero qué bonito cuando los abres y ves todo aquello desde esa altura. Pero ya me dolía el cuello de tanto mirar para mi lado después de una hora de navegación y dos vueltas al planeta, cuando se nos coloca otra nave en paralelo y desde la cabina, un tipo con gafas y otro sin afeitar, nos hacen unas señas como que debíamos parar o algo así. Qué cara de susto se nos puso a todos, pero mucho más cuando Holmmer, que iba atrás del todo, va y dice ¡pues no vamos con la puerta mal cerrada! Así que gracias a los interestelares de Viajes Morrocotudos, qué tíos, porque de no ser por ellos estábamos ahora como chatarra espacial en alguna que otra órbita.

4 comentarios:

Mentxula dijo...

Jajajajaja.....

Anónimo dijo...

Ajajajajaja ..... pero si va en la nave el "licencioso" Valdés!!!!

Anónimo dijo...

Licenciado, no licencioso, además afeitado diario...., y el Aventurero se operó de la vista, ya no usa gafas.....

Relatos on the rock dijo...

Menos mal que no iba yo, que no tengo carné de conducir...Muy simpático el relato, jeje...