15 de octubre de 2007

ARROJO

Me complace comenzar esta sección con un hecho escatológico acaecido hace unos días en la llamada Tacita de Plata, es decir, Cádiz, que podría renombrarse a partir de ahora como la Tacita del Water, ya que algunos confunden ese oscuro viaducto utilizado para las defecaciones y demás con las luminosas callecitas de la capital gaditana. Leáse sin más el episodio, digno del ático de la 13 Rue del Percebe.

Le arrojan un cubo con diarrea en José del Toro
(TITULAR DE PORTADA del periódico gratutito VIVA CADIZ)

Ayer llovió diarrea en la calle José del Toro. Un individuo la arrojó, presuntamente, desde el número 8 de dicha calle, en el mediodía de ayer, en una hora en que el centro se encuentra plagado de viandantes, con tan mala fortuna que cayó sobre una persona que en ese momento pasaba por allí.

El desafortunado peatón, completamente impregnado, llamó en ese momento a la Policía Nacional, que tardó en llegar en el lugar de los hechos para, a continuación, indicar que no se podía poner una denuncia porque "no se sabe quién ha sido y no se puede hacer nada".
"Lógicamente no sé quién ha sido, la Policía me ha preguntado que si lo he visto, pero como es normal nadie va mirando a ver si le tiran algo desde un balcón, y menos esto", comentó indignada la víctima.

Una mujer que en ese momento se encontraba en la acera afirmaba que "lo han vuelto a hacer, lo han vuelto a hacer", de lo que se deduce que no es la primera vez que este desventurado incidente tiene lugar en esta vía del centro.

Tras los hechos ocurridos, la calle se llenó de viandantes que sorprendidos e indignados por lo acontecido, comenzaron a increpar al autor de semejante animalada con insultos e improperios. Como decían numerosas personas "no se puede permitir que pase esto. Hay gente que está hecha para vivir entre animales porque no hay derecho".
"Lo han hecho queriendo porque esto no es normal. No es que hayan tirado agua o sacudido algo", decían algunos comerciantes de la zona que también fueron testigos de los hechos. "Desde luego a partir de ahora habrá que andar con cuidado porque nunca se sabe con la clase de gente con la que uno convive en la ciudad".

2 comentarios:

Relatos on the rock dijo...

Queridos fedatarios:

Celebro que hayáis reflejado la "noticia de mierda" en este foro, sin rodeos, tal como se exhibía en la portada de dicho folletín, fieles a la cruda realidad. Estuve tentando de leerlo esa mañana en el repaso radiofónico habitual de la prensa gaditana, pero me asaltó de pronto tal retortijón en la válvula del estómago y la vejiga, fruto de una risa espasmódica, que opté por presionar el botón rojo señalizado como "tos" sobre la mesa del estudio y, sin contemplaciones, me desternillé por los suelos. Esa mañana no hubo titulares de los periódicos gaditanos en la radio pública andaluza. Todavía estoy buscando un marco apropiado, de tonos marrones, color tierra, para colgar esa crónica en la redacción. Y un astringente, por favor.

------ dijo...

Es extraño todo esto. Si Cádiz estuviera en el Índico, el hecho podía quedar como el anuncio deformado de la temporada de lluvias. Pero no, la Tacita está ahí, casi entre dos aguas, dos mares, dividida como la cabeza del finado. Subo y lo mato o subo y lo mato. Así que quién sabe, igual es que se alberga aún por esas calles de Dios el alma de Castelar. Podría ser la cosa que, en pleno proceso de creación de uno de sus interminables discursos, vestido ya para salir al café, mano a la espalda, la otra afilando bigote, dictado rápido, paseos intensos pero cortos, posible que desde un tercero y que, frenado en seco, el adjetivo que no acude como de costumbre a la punta de la lengua, pie atrás, mano en alto, un levantamiento de hombros diciendo para qué y un seguido ¡a la mierda!, hayan sido la consecuencia de que justo enfrente, en el número doce, a la altura también del tercero, un vecino de éste, en un lamentable estado intestinal, y que no queriéndose perder nada del discurso por aquello de espiar al contrario, estuviera vertiendo lo innombrable en una sartén al encontrase el baño en la otra punta y que, en ese grito final del político, en ese aspaviento, como acto reflejo, haya mandado el contenido por la ventana, como cuando le pillan a uno, cagando. Podría ser.