30 de agosto de 2007

LA PLANTA ESA

Si la enredadera ha tomado el muro, se ha ubicado en la fachada, se reconforta en la sombra que le aporta el alero, intimida y asedia las ventanas; entonces, a pesar de su belleza encontrada, me es preciso eliminarla. Esto es una metáfora, claro, porque me gusta ver las enredaderas disimulando lo que envuelven, cincelando las formas a su antojo. Me gusta que la naturaleza juegue con las cosas.
Si cambio enredadera por el término belleza y la dejo que campe a sus anchas, la cosa me asusta un poco, porque lo bello debe estar encuadernado por las tapas duras o blandas del principio y el fin, la vida y la muerte. Todo es bello en tanto que su tendencia es finita. Un atardecer, el silencio, la visión de un trozo del paisaje, el olor de los primeros golpes de lluvia sobre el asfalto. Si la belleza nos acuciase como una enredadera, dejaríamos de pensarla en positivo. Nada mas pasteloso.
Si en vez de belleza el cambio es por humanos y aplico en ello todas las virtudes y calamidades que puede tener la planta, la pregunta es cómo elimino, el término, en caso de abusos y desmanes. Y la verdad es que la cosa es ya muy enredadera. Como me dijo el nuevo director de sucursal, una vez que me emplazó a visitarle a su despacho porque llevaba un mes con un descubierto de unas doce mil pesetas -Todos los viernes sale una hoja por esa impresora recordando el listado de todos los morosos, y tu nombre, por desgracia, es uno de ellos y uno acaba cansándose...-.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Ya lo dijo el filósofo: "la vita sei unna enredadera"
Sicilia, sí, con su morcilla de Burgos, su mascarpone de pimientos de Tolosa y su chistorra navarra. Sicilia, sí. Unos minutos después de que las teclas que alumbren con su ingenio estas letras, y que el sistema técnico de Blogdimery haga su milagro, pisaré la tierra que habitaban los monstruos, según difundieron los fenicios para que los griegos no pusieran allí sus pies de griegos.
Ay! Este Ay! que precedía a la reproducción aparecida para explicar su propia existencia -temo que La enredadera de Nom Snad ya haya alcanzado a este que escribe- va a dar pie a un pequeño homenaje que desde aquí me gustaría rendir a Oliverio Girondo, poeta genial y muerto.

Hay... ¡Ay!

Esta película sin trama conocida
tiene un reparto mediocre,
transeuntes cotidianos y efervescencias
yermas,
un elenco de primeras figuras
que transitan el umbral de una morada,
y una estrella que arma su cielo
a diario con la no pedida ayuda
de la casualidad y los hechos consumados.

Hay hombres, y hay mujeres.
Atardeceres exiguos y pleamar
de amores, o desamores de río.
Hay cinturas con la cadera distraída
y precipicios inexcusables;
torsos con una duda razonable,
y manojos de flores la espalda.
Hay un huracán de cabellos,
barbechos con niebla,
y hay trópicos en los remolinos
de los hombros.

Hay hombres que sueñan...
Hay desatinos loables,
labios en retirada...

Hay mujeres entre cuyos senos
una botella de champán lloraría
desconsolada todo su ser,
y también hay senos milagrosos,
como el pan y los peces,
como el desvarío de una copa borracha,
o la mesura contemplativa del licor
prohibido.

Hay mujeres trampa;
mujeres de otra guerra
y mujeres en paz; mujeres
refugio de hombres perdidos...
Porque hay mujeres
y hay hombres.
¡Ay!

Relatos on the rock dijo...

Esas ventanas son diamantes en bruto, vanos penetrantes e incorruptibles, inasibles a la desidia, si las abres tal cual. Aparta las enredaderas o dejalas estar, paga lo que debes o desaparece en silencio, pero hazlo por ti mismo. Y sobre todo, dejalas estar.

Llueve de nuevo, a ratos, y en cada minuto un crujir de centellas, en Kuching, al Sur de Borneo, la ciudad del gran raja blanco, James Brooke. Un maldito blanco, loco aventurero, para unos; justiciero y hombre cabal para otros. Su rastro civilizador se deja sentir, al menos en el bar que lleva su nombre, en la ribera de un rio que imagino plagada de piratas, mas fieros que sus homonimos del Caribe. Buena tierra para un corsario del escapismo.

Relatos on the rock dijo...

Esas ventanas son diamantes en bruto, vanos penetrantes e incorruptibles, inasibles a la desidia, si las abres tal cual. Aparta las enredaderas o dejalas estar, paga lo que debes o desaparece en silencio, pero hazlo por ti mismo. Y sobre todo, dejalas estar.

Llueve de nuevo, a ratos, y en cada minuto un crujir de centellas, en Kuching, al Sur de Borneo, la ciudad del gran raja blanco, James Brooke. Un maldito blanco, loco aventurero, para unos; justiciero y hombre cabal para otros. Su rastro civilizador se deja sentir, al menos en el bar que lleva su nombre, en la ribera de un rio que imagino plagada de piratas, mas fieros que sus homonimos del Caribe. Buena tierra para un corsario del escapismo.

Relatos on the rock dijo...

Disculpen que haya remitido por duplicado mis anteriores palabras, pero deben ser estos noodles y arroces refritos del sudeste asiatico...Que se me repiten...Y sigo sin encontrar el acento en estos teclados...