que no era un toro sino un chico de 16 años cuyas ideas no sólo no hacen daño a nadie sino que además dignifica el ser en esa tierna edad en la que aún los pensamientos, que no los sentimientos no han terminado de hornearse. Un chico antifascista muerto a manos de la miseria que el energúmeno vomita puñal en mano, de la codicia de creer que sus actos mejorarán la mierda de mundo que le toca vivir; que los suyos han contribuido, como nadie, a espolvorear por los cuatro vientos y latitudes. También en Italia: un poli dispara su arma de forma "accidental" y un tifosi cae muerto. Como tantas veces a un lado un vulgar asesino. Al otro lado un inocente.
1 comentario:
La inocencia, descanse en paz. Avanza en esa derrota el triunfo del asesino. En cambio, lejos de espantarse, hay una plaga de acólitos que hunden puñales de soberbia y maledicencia en los pechos descubiertos. No empuñan el arma blanca, pero la revisten de gloria y buena fe. No son tantos los vulgares criminales como los tejedores en círculo que nunca aparecen.
Publicar un comentario